Cautivo de amor (VII)
Yo supongo que Cervantes leía con intensa intensidad (ya que lo leía todo) esa ardorosa novela fini medieval y proto renacentista de Diego de San Pedro que se llama Cárcel de amor. Novela, no hay otra manera mejor de definirla aunque sostengamos que Cervantes fue el primer autor de la novela moderna. Si hoy Cárcel de amor raya la frontera de lo ilegible para un lector moderno, fue, en su tiempo y durante casi dos siglos, un “mejor vendido”, alcanzando más de 20 ediciones, numerosas traducciones al francés, italiano e inglés y un sin número de copias aún por catalogar.
Digo esto porque es imposible que Don Quijote no tuviera buena cuenta del drama amoroso que plantea la novela de San Pedro. Y no me refiero tanto a los amores imposibles de Leriano y Laureola, los protagonistas, como al drama más profundo, arraigado en la tradición medieval y ni siquiera resuelto por la psicología moderna, ni la novela, de qué cosa sea el amor.