Cautivo de amor (XX)
…Que todo este mundo es máquinas y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más. (DQ II, 30).
Ya le he dicho que se va a romper usted el cuello como siga durmiendo en esta butaca. Apenas comenzaba a clarear y sentí los poderosos dedos de Violeta, negros por fuera, blancos por dentro, cómo recomponían mi espalda con fuerza y tacto. ¿Y dónde voy a dormir si no?, me preguntaba yo en el espeso silencio de la amanecida.