Persiles, Sigismunda y compañeros: caminantes libres
El gran problema del Persiles, presentado por multitud de cervantistas como la confirmación definitiva y fidedigna de un Cervantes post-tridentino, adalid incontrovertible de los postulados más ortodoxos de la Iglesia Católica, preconizados por la Iglesia de Roma de la época y defendidos a ultranza por la monarquía española de los Habsburgo, el grave problema del Persiles, decimos, para los cervantistas, y para todos los lectores abducidos por el prestigio de los grandes investigadores, es que en ningún momento, en ninguna fase o parte del texto, Cervantes se libra a semejante propósito. Más bien al contrario. Eso sí, con un exquisito ejercicio de esgrima literario inevitable para sortear las infinitas trampas de la censura de la Santa Inquisición.