Cautivo de amor (XIV)
Levantaos, señora mía, le dice por fin don Fernando a Dorotea, que no es justo que esté arrodillada a mis pies la que yo tengo en mi alma (DQ I 36). Como habría dicho mi madre, éste también miente más que habla.
Levantaos, señora mía, le dice por fin don Fernando a Dorotea, que no es justo que esté arrodillada a mis pies la que yo tengo en mi alma (DQ I 36). Como habría dicho mi madre, éste también miente más que habla.