23 enero, 2019

Vaya tontuna de lectura. ¿Sabes lo que te digo? Lo mismo que D. Quijote te diría, que quien de joven no corre, de viejo trota. Así que ya puedes mover el culo y buscarte un trabajo de provecho, que te van a salir espolones detrás de las orejas.
No he encontrado nunca este refrán en todo Cervantes, pero la verdad es que mi santa madre vivía, como Sancho, dándose explicaciones de los avatares de la vida a salto de refranero.
Buenos días, Dña. Angustias. Soy Violeta, la enfermera jefe del servicio y acabo de volver de vacaciones.
Pues, ¡a buenas horas! Ya me he muerto, por lo menos, un par de veces. Mi madre era un dechado de fineza cortesana y prudencia diplomática, como se ve.
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6 enero, 2019

El exordio de Marcela (DQ I, 14) sienta las bases de una consideración nueva de la condición femenina con respecto a los cánones de la época. Cierto que el teatro español del Siglo de Oro está lleno de mujeres fuertes, pero nadie aborda el tema de la libertad de la mujer como Cervantes. Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos, dirá más adelante Marcela en su parlamento. Quizá sea exagerado decir que en dos páginas Cervantes sienta bases de nada, pero, al menos, sí apunta a unas vías de consideración diferente de la condición femenina (o sea, humana) que tardarán siglos en asentarse en el mundo occidental. Como en todo el conjunto de su obra, porque Cervantes apunta vías nuevas en todas direcciones.
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