Cautivo de amor (XXI)

Llevo semanas tratando de averiguar/recordar qué pasó, o mejor, qué me paso en ese verano de mediados/finales de los setenta en que mientras el país ardía, no sólo por el apretado calor que sobre él se dibujaba, sino por la tensión que producía la lenta liquidación del Régimen y la tímida aparición de una democracia titubeante, yo andaba, como pato embalsamado en su propia salsa, tratando de resolver el universal dilema de si tenía sentido para mí adoptar una amada como Dulcinea. Creo que los hechos sucedieron aproximadamente como a continuación relato.