Cautivo de amor: El amor en Don Quijote
Nadie me podrá negar que la historia de D. Quijote no sea la de aquél que no quiso ser amado. Pido perdón por esta cita pervertida de Los cuadernos de Malte, de Rilke, sobre el hijo pródigo.
Hace muchos años, tantos que ya ni recuerdo, viajé a Mallorca. Llevaba dos libros: el Quijote y ese ominoso y oscuro libro de Rilke. Y tenía un solo objetivo: estar fuera del mundo. Un transeúnte, así son las cosas, por azar, me informó sobre Ses Covetes. En aquel entonces era el único lugar libre de turistas que quedaba en Mallorca. Y era cierto. Una playa infinita, Formentera al frente y un chiringuito de playa que me proporcionó una cabaña de cañas y matorral donde dormir. Me ofrecían para desayunar un par de rebanadas de pan moreno con sobrasada acompañada de mermelada de albaricoque y un vaso de leche. A continuación el mozo del lugar me invitaba a ir a pescar en su pequeña barca. Traíamos suficiente para la escasa clientela y me invitaban a comer por mi, exigua, aportación laboral.